Here we go again ; Nick

Tic Toc, Tic Toc. El reloj al frente marcaba los segundos. Mientras ahí, encima de mi, el cielo comenzaba a nublarse un poco. Las personas caminaban a mi alrededor, los alumnos, dirigiéndose a los autobuses, a sus propios autos, aquellos que tenían una clase mucho más alta, sin verme, como sí fuera un adorno más de aquel jardín tipo inglés. ¿Me sorprendía?. No, por supuesto que no. Alguien golpeó mi hombro, y habría esperado que se girara a disculparse, pero temía que fuera a explotar o algo por el estilo. Personas tan iguales por un lado, pero de naturaleza tan diferente. Lo que a humanidad respectaba, no encontraba mucho significado. No con lo que llevaba experimentando en el último tiempo.

Cerré los ojos.

Ahí estábamos. Con la Guerra cazándonos, destruyendo todo a su paso. Quitándonos todo, y condenándonos a vivir de esta forma. Y como sí fuera una nueva página que se escribía de repente, todos habíamos cambiado. No con nosotros mismos, con nuestra relación con el medio. Nos protegíamos, no importaba a costa de qué, simplemente nos protegíamos, con una coraza invisible, y un carácter hostil, nos protegíamos entre nosotros. Había sido una promesa.

James y Nathan. Ellos me lo habían prometido. Suspiré, rascándome la cabeza y dirigiéndome dentro del Instituto nuevamente, cuando todos se retiraban.

Alguien había ocultado mis cosas, pintado mi casillero, y para más Inri, la culpable era claro, la demiblood, el bicho raro, con su simple presencia había espantado a los demás y yo misma los había conducido a que molestaran. Rezaba una nota del director hacía mis padres. Con otras palabras, pero con el mismo fin. Absurdo.

Tic toc, tic toc. El tiempo corría lentamente, y el lugar era demasiado grande, y mis cosas aún no aparecían. Tenía ensayo con los chicos, y una vez más llegaría tarde..Sí es que llegaba. Debía limpiar las aulas. Como castigo. Por ser simplemente diferente.

Mi madre, siempre me había dicho que debía comprender, y ponerme en el lugar de los demás, ella siempre tan diplomática, incluso, mi padre, con su mirada profunda, me había abrazado y me había dicho que ya todo volvería a hacer como antes, y que lo difícil era lo que más fuerte nos hacía. Sí quería no volverme loca tenía que aferrarme de sus palabras.

Doblé en una esquina.

La primera aula, con la que me encontré, fue con la de música, tan bella, y tan..no lo sé, me sentía cómoda allí, por primera vez en aquel Instituto, me sentía en un lugar protegida. Extraño. Observé la guitarra, que allí se encontraba, sobre una silla, y allí me dirigí, en compañía del silencio, que pronto se quebraría, con el dulce sonido de sus notas.

Y toqué. Simplemente dejándome llevar. Adoraba esa canción, compuesta por el tío Matthew. Siempre abríamos con ella. —We were the kings, and queens, of the promise. We were the victims of ourselves..—Una letra, que representaba a cada uno de nosotros allí. A los semidioses, sobre todo, dándonos un mínimo de esperanza para algo. Definitivamente era una de mis preferidas.