Benjamin Lekker

Con esa frase fue con la que todo comenzó, una vida que parecía estar colmada de perfección, se fue al infierno por esa simple negativa. Aunque días antes, el médico le había dicho que algo se podía hacer, la verdad estaba ahí, latente, nada se podría hacer con la enfermedad que le caía encima, o más bien que ya tenía pero nunca trato. Benjamin Lekker era portador de la enfermedad conocida como “Corea de Huntington” desde que tenía 33 años, un síndrome bastante raro en estos días y lamentablemente, sin cura, esta enfermedad lo llevaría a pasar por las cosas más duras de su vida, para bien o para mal.

Para pasar rápidamente por su infancia, se podría decir que Benjamin siempre fue una persona modelo, sus padres lo usaban constantemente para demostrarle a sus demás hermanos lo que un hijo debería de ser, sin saber que después, ese hijo prodigo, les traería más problemas que beneficios. Ben , como le decía su madre, siempre tuvo lo que necesito más no a manos llenas, tampoco se podría decir que venía de una familia rica, sino más bien de la clase trabajadora, lo que le forjó un carácter emprendedor a final de cuentas. Los incidentes y altercados con sus hermanos eran constantes, las peleas lo hicieron más fuerte y audaz mientras que a sus demás hermanos solo los hacía débiles, por que aunque cuidaba de no hacerlo tan seguido, muchas veces llegó a lastimarlos.

En su juventud las cosas cambiaron, comenzó a hacerse un líder por naturaleza, solía destacar en las cosas más bizarras que se pudiera pensar, desafiando en todo momento a la autoridad, llevando las cosas al límite de lo permitido hasta que lograba un buen resultado, cosa que nunca fue bien vista por sus superiores pero si por sus padres. Fue en esta etapa, cuando tenía alrededor de 19 años, dónde se dio cuenta que tenía algo especial, solía ver más allá de la realidad, es decir, tenía un don con la Niebla que en ese entonces todavía era utilizada por los Dioses, estas revelaciones de un mundo por demás equivocado (a su punto de vista) lo llevaron a pensar que estaba loco, pero esto no lo detuvo, nunca lo haría, así que continuo su vida como siempre, teniendo algunos encuentros no muy agradables con lo que ahora sabe que son semidioses, gente que siempre se cruzó en su camino, arruinando su creciente carrera de perfección.

Fue también en su juventud cuando conoció a quien más tarde sería su esposa, Marissa, una chica con una actitud singular, enteramente cautivante e inteligente, para él, la mujer perfecta. Con ella tuvo a un hijo, el único que tendría la pareja para el resto de su vida, Nicholas, nombrado así en honor a su abuelo materno, en el afán de Marissa de tener algo que le recordara a él. Ciertamente, la vida de Benjamin dio un giro con el nacimiento de su hijo, un giro que hasta ahora, seguiría cambiando su historia personal.

Benjamin se unió a los esfuerzos del gobierno por descifrar y eliminar a aquellos seres fuera de lo común cuando cumplió 26 años, escalando rápidamente posiciones hasta llegar a ser una de las personas más importantes dentro de la agencia, al igual que Marissa que se uniría un año después, cuando el joven Nick, ya no necesitaría más de una figura materna a su lado, al menos esa era la esperanza. Tenían esa esperanza fundamentada en la educación que le daban al niño, siempre haciéndolo odiar lo que no conocía y como pago obteniendo sinceras muestras de rebeldía, su hijo fue objeto de reproches tales que muchas veces ambos padres llegaron a apartarse con la idea de no dañarse mutuamente, si algo querían para su hijo era el bienestar, pero al parecer su idea de bienestar no era la misma que la de aquél pequeño.

No fue hasta que cumplió 33 años que se manifestó aquella enfermedad que le acabaría corrompiendo la vida, fue en esa época dónde Benjamin se mostraba constantemente de mal humor, terminando esto generalmente en agresiones hacia Marissa y esta, al haber asumido una posición sumisa ante él, nunca dijo nada. Las cosas seguían iguales, cambios esporádicos de carácter, impaciencia, paranoia y cosas por el estilo le llegaron a suceder mientras trabajaba, alejado de todos. Durante esos primeros años, los trabajos científicos aumentaban, había bastante demanda y la seguridad no siempre era la adecuada, al menos eso era lo que se había hecho creer, pues un día, mientras su esposa seguía en el laboratorio trabajando con un semidios, un ataque de aquél síndrome que padecía le hizo hacer algo que nunca pensó posible; hubo discusiones, golpes y de más, todo frente a aquel semidios lo que solo encolerizó más a aquél desorientado Benjamin; al final, Marissa termino en el suelo, fría cuál muerto. No aceptando lo que acababa de suceder y por miedo a que alguien hablara de más, Ben también se fue en contra de aquél semidios, hasta matarlo.

Él tenía 36 años cuando quedó viudo, la historia que contó al mundo fue que aquél semidios había matado a su esposa y él había tenido que controlar la situación, quedando básicamente como un héroe ante los ojos de todos, excepto los de su hijo quién había resentido mucho más los efectos de la muerte de su madre y también los de los golpes que le había proporcionado en otro más de aquellos arranques.

Ahora lleva 3 años solo, lidiando con la enfermedad que le afecta la vida, intentando más que nada vengarse de los semidioses que “mataron a su esposa”, pues esa mentira se ha vuelto realidad en su mente a causa de la misma paranoia. Él dice que en ocasiones ve a Marisse y habla con ella, que ella nunca lo ha dejado, pero esto no es más que otra alucinación más, una muestra clara de que cada vez esta más cerca el final…