Buscando al pasado (Diana y libre)

Tras dos años escapando de los humanos, la destruccion del campamento mestizo y mi mudanza temporal a California con mi hijo e hijas por fin habia hallado el rastro de mis viejos amigos y familia, en fin es lo que tenia tener un poco de conocimiento en ordenadores y rastreos por satelite los cuales eran de gran ayuda para encontrar lo que buscabas; no pude contactar con ninguno por lo que nadie sabia que mi familia y yo nos habiamos mudado a New Vermont ansiosos por volver a verlos, sobre todo mis hijos de ver a sus tias, tios, primos, primas... me alegraba ver su felicidad y tras la sonrisa escondia el dolor que me causaba el tener que llevarlos sola cuando en un momento de mi vida el padre de los mellizos fue el hombre perfecto para mi. Saque esos pensamientos de mi mente para centrarme en conducir ese momento un Jeep de color rojo bajando la vista a una nota donde habia anotado la direccion donde se encontraba la casa de una de mis hermanas, concretamente Kiara pero no pude averiguar mucho mas sobre ella, ansiaba ver como le habia ido la vida, espero que mejor que a mi.
Cuando llegue a la casa aparque el coche junto a la acera y baje de un salto para luego observar detenidamente la casa la cual parecia amplia y acogedora, sonrei al ver que mi hermana tenia una buena casa donde vivir y ansiaba saber mas; camine hasta la puerta y toque el timbre esperando algo impaciente que alguien me abriera la puerta ¿me la abriria mi propia hermana? ¿seria Alaude? ¿Alguna de sus hijas? A lo mejor seria Diana o Alyssa quien me abriera, echaba de menos a mis sobrinas. Mire el tatuaje de la palma de mi mano derecha con la forma de una lagartija y sonrei levemente recordando aquel momento a mis 16 años recibiendo la bronca de mis padres adoptivos por aquel dibujito permanente en mi mano sin su permiso, tanto tiempo habia pasado... era increible que ahora fuera yo la adulta con hijos y todo.

Como cada tarde tras el horrendo día en el instituto, al que algún día prendería con todos dentro, había ido derecha a casa, tirado la mochila (que iba más bien vacia) en la entrada y subido a mi habitación. Había odiado muchas cosas a lo largo de mi corta vida, pero esta ciudad, el instituto y nuestra situación actual superaban con creces todas las demás. La desaparición de mi padre, la muerte de mi hermano, el secuestro de mi hermanita... la verdad era que mi familia no tenia la mejor suerte del mundo que digamos... y no parecia que nada de estos fuese a mejorar.

Estaba en mi habitación, tumbada en la cama jugando con la PSP al tekken, ya que era la unica forma que tenia de pelear sin que nadie me echase la bronca, si el campamento half blood no hubiese sido arrasado, ese habría sido mi día a día, pero me tocaba lidiar con niñatos de instituto que se creian que o eramos monstruos o no existiamos... estos no habían visto un verdadero monstruo en su vida. Al rededor de las 6 de la tarde, sonó el timbre; no me moleste en levantarme, si había alguien en casa, ya iría a abrir la puerta y si no... que volviesen en otro momento; ahora mismo no me apetecía hablar con nadie.

Parecía que el que estuviese en la puerta de casa llamando no se daría por vencido, por lo que me levante de mala gana, sin fijarme si la casa estaba vacía o estarían mi madre y mi hermana por ahí. Bajé las escaleras con la PSP en la mano y de muy mala gana. - ¿¡Es que no hay nadie en esta maldita casa que abra la puerta!? - dije mientras abría ésta de un tirón y sin mirar a penas quien era, volví a la PSP. - ¿Que quieres? - pregunté a la persona que había en la puerta

Espere paciente en la puerta a la cual tuve que llamar unas pocas veces mas, alguien debia de haber en casa a esa hora por lo que segui insistiendo hasta que unos pasos bajando escaleras me avisaron que efectivamente habia alguien en la casa, pude oir como una voz decia: "Es que no hay nadie en esta maldita casa que abra la puerta?" en un tono que parecia algo por no decir muy irritado y por un segundo crei que era la voz de mi hermana pero me equivoque; cuando la puerta se abrio vi a una chica de mas o menos mi altura con un cabello oscuro que caia a lo largo de sus hombros que me recordaba a mi hermana pero lo que rompia los esquemas eran aquellos ojos azules fieros, era como mi hermana de joven pero con ojos de otro color. La reconoci con rapidez: era mi sobrina Diana.

- Veo que tu caracter es como el de tu madre, esperaba un recibimiento menos irritado de mi sobrina ¿un mal dia en el instituto?- dije con cierta ironia ¿eso de la ironia lo llevabamos los hijos de Ares en las venas o era cosa mia?

Habia reconocido a Diana de su hermana Alyssa pues aunque eran muy parecidas esta ultima tenia los cabellos un par de tonos mas claros que su hermana, si era un detalle en el cual habia que fijarse pero cuando las ves crecer es algo natural diferenciarlas; sin duda alguna su caracter era el de su madre de joven, como la mayoria de los descendientes de Ares algo irritable y eso me hacia cierta gracia en un modo pero no me rei para nada, solo esperaba la reaccion de mi sobrina ante mis palabras preguntandome si se acordaria de mi.

Reanudé la partida como si nada, no entendía por qué tenia que venir gente a casa cuando, claramente, no había nadie, ya que a mi nunca me visitaban, y si no había nadie más en casa, ¿a que habrían venido? Al escuchar una voz más que familiar, aunque me costo un poco ubicarla, no tardé en alzar la vista, algo sorprendida. ¿Que hacia ella aquí? Habían pasado por lo menos dos años desde la última vez que nos vimos, dos años desde la destrucción de los campamentos... y daba la impresión de que aquello había pasado hace un centenar de años.

Me apoyé en el marco de la puerta cruzando los brazos sobre mi pecho y la miré algo desafiante, era algo que me salia de forma natural, no podía evitarlo. - Tia Cloe, ¿acaso algún día es bueno en ese edificio lleno de mortales sabiondos? - dije algo sarcastica, en respuesta a su pregunta, al ver su rostro, su nombre había acudido a mi mente como una bala. Lo más lógico y cortés habría sido hacerme a un lado y dejarla pasar, ofrecerle algo de comer o beber quizás, pero yo no era demasiado cortés ni amable como para ello. - ¿Que te trae por aquí? Pensé que estabas viviendo en California...

Apagué la maquinita, me daba la impresión de que teniamos conversación para rato, por lo que tras apagarla la dejé sobre la mesilla de la entrada, luego si eso ya la llevaria de vuelta a mi habitación. Miré sobre su hombro, hacía el coche que había aparcado justo frente a mi casa, me extrañó bastante que viniese ella sola, ya que en los viajes largos siempre solía ir con sus hijos, es más, casi no se separaba de ellos; no me preocupé demasiado, ya que seguramente estarían visitando, si es que había algo que visitar, algún lugar del pueblo. - Si buscas a mi madre, no esta en casa, y dudo que vuelva pronto.

Habia vuelto a su partida con la consola hasta que hable y pude ver la sorpresa en su rostro, tras eso se apoyo en el marco de la puerta mirandome de una forma desafiante pero la conocia desde que nacio y eso era algo que le salia de forma natural "como su madre" pense algo divertida pues era como una copia de Kiara de joven; escuche su respuesta a mi pregunta en un tono sarcastico y sonrei levemente desde luego habia sacado un caracter de la rama materna si no la conociera y dijeran que es nieta de mi padre me lo creeria. Tras eso me pregunto que me traia por aqui, pensaba que aun vivia en California y asi hubiera sido sino fuera porque les encontre tras la destruccion del campamento, la mire.

- Bueno Diana, en eso de los mortales estoy de acuerdo contigo, se lo que es estar en un edificio como ese con ellos- dije ya que yo habia pasado mi vida con mortales hasta los 16 años- Y respecto a tu pregunta quise ver a mi familia tras largo tiempo sobretodo ahora que me mudo a esta pequeña ciudad, las playas ya cansan y los bosques estan muy bien- dije

Vi como apagaba la maquinita y eso me reconforto en algo pues aunque no tenia muchas ganas de hablar fue lo bastante cortes para intentar entablar conversacion con su tia, note como miraba por encima de mi hombro y supuse que se preguntaria donde estarian sus primos ya que no solia dejarlos solos pero esta vez era diferente, les deje solos para que se acostumbraran a su nuevo hogar y asi darles libertad. Escuche el comentario de Diana y la mire con una pequeña sonrisa.

- Bueno no pasa nada, podre venir otro dia, simplemente quiero ver como le va a mi familia con su nueva vida- dije con tranquilidad- y tus primos no estan, les di algo de libertad para que conocieran un poco la zona- dije ya que aunque no habia formulado la pregunta habia notado su mirada - ¿Como es que tu madre penso en llevarte a clases con otros mortales?- le pregunte con curiosidad, ya que nosotras no nos caracterizabamos por ser pacificas precisamente y creo que le hubieran venido mejor unas clases particulares o algo por el estilo.

Vi su sonrisa tras mi respuesta, seguramente estaría pensando lo mucho que le recordaba a mi madre, estaba bastante harta de que siempre me comparasen con ella, había visto fotos de cuando ella era joven, no nos pareciamos en nada. Además, la forma de ser de mi madre no podía haber cambiado demasiado en estos años, y no era como ella, para nada. Al oír que se mudaba aquí, la verdad no me sorprendí demasiado, era como si, de repente, todos los semidioses y sus familias hubiesen decidido venir aquí a vivir. Por mi parte, me daba la impresión de que si el gobierno supiese que unos cuantos estamos aquí y decidiese atacar, ninguno saldría ileso.

-Asi que os venis a vivir aqui... - dije pensativa, genial, más gente. Aunque el que mi tia y mis primos se mudasen aquí no me desagradaba, prefería que dejase de venir gente que me recordase al pasado, al fin y al cabo, al venir aquí yo venia con dos propositos principales, encontrar a Elena y empezar de cero, y ninguno de los dos se habían cumplido, por lo que estaba igual que antes.

- Estamos todo lo bien que se puede estar en este maldito pueblo... - dije, no con demasiada emoción, la verdad, odiaba estar aquí, y era algo que no le ocultaba a nadie, ni si quiera a mi madre, con la que siempre acababa discutiendo a cuenta del mismo tema, aunque a estas alturas, era algo que ya no me importaba lo más minimo. Escuché como contestaba a la pregunta que rondaba por mi cabeza, pero que todavía no había formulado, me llevaba bastante bien con ellos, no era para echar cohetes, pero bueno, algo era algo. Asentí cuando dijo que les había dado libertad y me encogí de hombros ante su última pregunta. - Eso mismo me pregunto yo, pero no hay quien entienda a mi madre